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Los peligros de la diabetes

El cuerpo necesita energía. Si no puede hacer uso de la glucosa, recurre a las grasas y proteínas almacenadas, que al ser consumidas, generan desechos llamados cetonas. Estas se acumulan en la sangre y se vierten en la orina. Como las cetonas son más ácidas que los tejidos sanos del organismo, su alto nivel en la sangre puede provocar un estado grave llamado cetoacidosis.

  Otro riesgo para el diabético es que el grado de azúcar en la sangre descienda por debajo de los valores normales (hipoglucemia). El enfermo sufre algunos síntomas molestos como: temblor, sudor, cansancio, sensación de hambre, irritabilidad, confusión, palpitaciones, visión borrosa, cefaleas, entumecimiento u hormigueo alrededor de labios y boca, incluso convulsiones y pérdida de conciencia, o coma. Una dieta apropiada y un horario de comidas equilibrado suelen impedir que se produzcan estos efectos.

  Si aparecen dichos síntomas, ingerir azúcares simples, como jugo de frutas o comprimidos de glucosa, hará que el azúcar de la sangre se eleve a un nivel seguro hasta que se pueda comer algo. En casos graves, debe inyectarse glucagón, hormona que estimula el desprendimiento de la glucosa almacenada en el hígado, lo que incrementa su presencia en la sangre. Conviene que los padres informen del estado de salud del niño diabético al conductor del autobús escolar y a la guardería infantil.

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